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Hondureños deportados enfrentan retorno incierto

Entre retornos forzados y programas de ayuda, Honduras enfrenta un reto creciente: ofrecer a los deportados un verdadero nuevo comienzo.

Hondureños deportados enfrentan retorno incierto
Redacción Mas Latino
  • Publicadojulio 7, 2025

Foto de Héctor Emilio Gonzalez en Unsplash

El regreso de algunos migrantes a Honduras ha marcado un nuevo capítulo en su historia. Las autoridades, recientemente se preguntan cómo solventar el regreso de más de 13.500 hondureños; unos deportados y otros que se han regresado de manera voluntaria del país norteamericano.

La mayoría de estos ciudadanos son jóvenes, padres de familia, incluso menores de edad. El regreso para muchos es a un país que ni conocen, otros sí lo reconocen, pero ya no lo sienten como suyo tras años, o incluso décadas de vida en el extranjero.

Entre los vuelos que han aterrizado en Tegucigalpa y San Pedro Sula, no todos han sido expulsiones forzadas. Algunos, como los 38 hondureños que llegaron desde Houston en mayo, formaron parte del programa “Project Homecoming”, una iniciativa de “deportación voluntaria” promovida por las autoridades migratorias de EE. UU. Allí viajaban también 19 niños, algunos nacidos en suelo estadounidense.

Pero, aunque el viaje de regreso pueda parecer voluntario en el papel, en la práctica la mayoría lo hace sin otra opción.

¿Cuál es la ayuda al llegar a Honduras?

Al aterrizar, los deportados son trasladados a los Centros de Atención al Migrante Retornado (CAMR), donde reciben un kit de higiene, alimentación básica y $100 en efectivo. También tienen acceso a transporte a sus regiones de origen. Pero una vez fuera del centro, la ayuda estatal es limitada y discontinua.

La presidenta Xiomara Castro ha intentado dar una señal de respaldo con la implementación en enero de la Estrategia Nacional de Emergencia para Migrantes y Retornados, que busca entregar acompañamiento legal, psicológico y oportunidades económicas para quienes vuelven. Uno de los programas más visibles es “Hermano, Hermana, Vuelve a Casa”, que promete hasta $1.000 para pequeños emprendimientos.

Sin embargo, los recursos son escasos, y muchas de estas promesas no alcanzan a cubrir a todos los deportados. Según testimonios recogidos por medios internacionales, algunos migrantes vuelven sin familia, sin casa y sin ninguna conexión laboral. “Volvimos porque no había más opción, pero aquí tampoco tenemos nada”, expresó a AP un padre de 37 años deportado tras ocho años en Florida.

Más allá del aeropuerto: un regreso con carga emocional

Además de la precariedad económica, muchos retornados enfrentan estigmatización social y traumas psicológicos. Algunos fueron detenidos durante semanas en centros migratorios estadounidenses, esposados de pies y manos, sin contacto con sus familias. “Nos trataron como delincuentes”, relatan.

Para los jóvenes que emigraron siendo niños y crecieron en EE. UU., regresar a Honduras significa una desconexión cultural total: no hablan el idioma con fluidez, no conocen el sistema educativo local y, muchas veces, tampoco tienen documentos hondureños válidos. La reintegración se convierte en una segunda migración, pero sin el impulso de la esperanza.

Aunque Honduras ha dado pasos iniciales para atender la crisis, los retornos están lejos de ser gestionados como una política nacional estructurada. El acompañamiento psicológico es mínimo, y la inserción laboral depende más de iniciativas de ONG o alianzas empresariales puntuales que de una estrategia integral.

Además, con más de 261.000 hondureños bajo órdenes de deportación pendientes en EE. UU., la presión sobre el sistema de Honduras crece poco a poco. Una realidad que, los prepara para absorber masivamente a sus ciudadanos de vuelta, una suma de ellos significativa regresa con antecedentes o traumas acumulados.

Reconstruir la esperanza de quienes regresan sin haberlo planeado es el nuevo desafío. Para que el retorno no sea una nueva condena, Honduras tendrá que buscar: empleo digno, salud mental, regularización de documentación y formación técnica, especialmente para los jóvenes.

Si no se actúa con urgencia, los migrantes podrían enfrentarse nuevamente a una nueva ola de migración irregular o pertenecer a núcleos de exclusión y pobreza que permitirían continuar con el ciclo.

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Fuentes:

es_ESSpanish