Kremlin.ru, CC BY 4.0, via Wikimedia Commons
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, anunció este lunes en su programa televisivo semanal Con Maduro + que la temporada navideña se iniciará nuevamente el 1.º de octubre, repitiendo una estrategia que ha empleado en años anteriores. Según el mandatario, la medida está destinada a favorecer la economía, fomentar la cultura y proteger “el derecho a la felicidad” de los venezolanos.
Maduro aseguró que “una vez más” implementarán “la fórmula de otros años, que nos ha ido muy bien, para la economía, para la cultura, para la alegría, para la felicidad”, e instó a celebrar con “villancicos, gaitas, hallacas…”. El adelanto también coincide con tensiones crecientes con Estados Unidos por el despliegue militar estadounidense en el Caribe.
Este no es un hecho aislado: Maduro ya había adelantado las festividades en 2019, 2020, 2022 y 2024. En 2024 lo justificó como “un homenaje y agradecimiento” al país, tras una crisis política nacional.
Impacto político y social
La decisión tiene una doble lectura. Por un lado, activa el comercio y las celebraciones populares, muchas veces acompañadas del reparto de bolsas de comida en zonas vulnerables —una acción recurrente antes de Navidad. Por otro lado, también se interpreta como una maniobra política con fuerte carga simbólica, especialmente en momentos de alta conflictividad nacional e internacional.
La Iglesia Católica ha criticado estas medidas en ocasiones anteriores. En 2019, la Conferencia Episcopal de Venezuela advirtió que la Navidad no debe utilizarse con fines propagandísticos ni como un artificio político
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