Lamento de Rudy en su último baile: «Está siendo difícil disfrutar»
Javier Asprón Esta funcionalidad es sólo para registrados Copiar enlace Facebook X Whatsapp Email Esta funcionalidad es sólo para registrados Esta funcionalidad es sólo para suscriptores Lo primero que le salió fue llorar, enterrarse en el banquillo bajo una toalla blanca y soltar todas las emociones acumuladas. Fue en Valencia, cuando aún quedaban segundos para que España certificara la victoria ante Bahamas que los clasificaba para los Juegos. Delante de un pabellón repleto, Rudy Fernández era incapaz de controlarse porque sabía bien todo lo que suponía ese triunfo. Primero, su sexta participación olímpica, récord absoluto para un jugador de baloncesto, honor que compartirá en París con la estadounidense Diana Taurasi. Y lo segundo, y más importante, implicaba cumplir la promesa que le hizo a su padre, fallecido en mayo de 2022. El hijo le aseguró que estaría en estos Juegos, que los disfrutaría antes de su retirada definitiva. París será el último baile de Rudy, que en abril ya tenía claro que no continuaría jugando la próxima temporada. Su marcha, junto a la de Sergio Rodríguez, implica el fin definitivo de una generación. El pasado martes celebró en Madrid veinte años como internacional. Fue manteado por sus compañeros tras la victoria ante Puerto Rico en el último amistoso previo a los Juegos y recibió el aplauso unánime del Wizink Center en presencia de su familia. Con 39 años da un paso al lado, pero antes quiere rendir un último servicio en París. España acude a la cita olímpica con muchas dudas sobre el rendimiento que puede ofrecer. La temprana eliminación en el Mundial de 2023, más los pobres resultados de esta temporada no invitan al optimismo. Para colmo, los de Scariolo han quedado encuadrados en un grupo complicado en extremo: la Australia de Patty Mills (contra la que debuta este sábado, 11.00 horas), la Canadá de Jordi Fernández, Shai Gilgeous-Alexander o Jamal Murray y, por último, la Grecia de Giannis Antetokounmpo. Habrá que pelear cada pelota, cada posesión, para plantar cara y aspirar a alcanzar las eliminatorias. Hablar ahora de medallas, como las platas logradas en Los Ángeles 84, Pekín 2008 y Londres 2012, o el bronce de Río 2101, parecen palabras mayores. «La opinión de dónde estamos respecto a nuestros rivales es muy compartida. Pero no nos afecta para bien o para mal. Sabemos que necesitaremos una prestación excelente y tener conciencia de nuestro trabajo. Eso es más importante que las previsiones. Pasar la primera fase sería un extraordinario resultado», afirmó este viernes Sergio Scariolo, seleccionador nacional, en una rueda de prensa en la que acompañó a Rudy. Al protagonista principal en este inicio se le vio dolido por el traslado de la primera fase del baloncesto a Lille, a más de doscientos kilómetros al norte de la capital francesa. Al punto que aseguró que, de momento, no está disfrutando esta sexta experiencia en unos Juegos: «Está siendo difícil. Hoy es la ceremonia, en la que siempre había podido estar. Tampoco estamos disfrutando de la Villa, que es lo que identifica un año olímpico, convivir con otros deportistas. Nos hemos encontrado algunas cosas aún por terminar…». El balear sabe que el viaje a París, donde se jugarán las eliminatorias, será una quimera si no pasan esa primera ronda. Y al menos eso le anima a seguir peleando: «Ojalá podamos regalar a los chicos que nunca han tenido esa experiencia». Para lograrlo, flota en el ambiente el rendimiento en dos Europeos. El primero, el de 2022, donde la selección llegó con sensaciones parecidas y acabó levantando el trofeo. Allí debutó y fue diferencial Lorenzo Brown, que vuelve al equipo tras su ausencia en el Mundial para insuflar esperanzas. Junto a él han brillado en la preparación Willy y Santi Aldama. También Llull y el propio Rudy, dos veteranos que conocen bien el colosal Stade Pierre-Mauroy de Lille, pues en él se coronaron campeones de Europa hace nueve años. «Este jueves tuvimos la oportunidad de volver al campo y vinieron muchos recuerdos. Siempre que veo esa pista me acuerdo de Pau», confesaba Rudy. Aquel día, el mayor de los Gasol se salió: 25 puntos, 12 rebotes, 4 asistencias y 3 tapones para coronar el tercer Eurobasket de una generación irrepetible. «Era otra época que nos permitía dosificar jugadores y recursos al inicio. Aquí, por nuestro nivel competitivo hay que plantearse el primer partido ya como una eliminatoria», transmitía ayer de forma lacónica Scariolo, con cierta nostalgia del pasado. Ver comentarios(0) Esta funcionalidad es sólo para suscriptores