El secretario de Defensa de los Estados Unidos, Pete Hegseth, anunció este martes un cambio drástico en la cultura institucional de las Fuerzas Armadas, rechazando lo que calificó de liderazgo “politically correct” (políticamente correcto) y políticas “woke”.
En una reunión convocada sorpresivamente con cientos de líderes militares en Quantico, Virginia, Hegseth detalló esta nueva serie de directivas destinadas a reordenar prioridades, reforzar estándares físicos y disciplinares tradicionales, y reducir en función de lo que él considera excesivas condiciones identitarias en selección de líderes.
¿Qué significa el término ‘woke’?
El término “woke” o “estar despierto” o “estar consciente”. En la cultura afroamericana de EE. UU. se empezó a usar para describir a las personas que estaban atentas a la injusticia social y racial, sobre todo frente al racismo y la discriminación.
Con el tiempo, el término se amplió y en la política estadounidense actual se utiliza de manera más general —y también polémica— para referirse a posturas progresistas en temas como:
- Diversidad, equidad e inclusión (DEI) en instituciones.
- Derechos de minorías raciales, de género y de orientación sexual.
- Políticas ambientales o sociales que buscan ser más inclusivas o “correctas” culturalmente.
En el discurso político conservador (como el de Trump o Hegseth), “woke” se usa de forma crítica para señalar lo que consideran excesos de corrección política o ideología progresista dentro de instituciones como la educación, empresas, o en este caso, el ejército.
Principales anuncios y medidas
- Se establecerán estándares físicos a nivel masculino (male-level fitness standards) como referencia para todos los miembros, independientemente de género, con pruebas físicas más rigurosas.
- Se van a relajar ciertas protecciones legales relacionadas con el acoso, disciplinarias y de “hazing” (maltrato ritual), además de revisar cómo se aplican las normas de disciplina interna.
- Se eliminarán estándares de contratación o ascenso basados en identidad de género, raza u otros factores demográficos; el énfasis se moverá al mérito y a la capacidad de combate o de liderazgo militar “tradicional”.
- Restricciones en cuanto a apariencia personal: reglas más estrictas sobre vello facial y longitud del pelo, excepto en fuerzas especiales.
- Se promoverá un retorno al ethos guerrero (“warrior ethos”), valorando la disciplina, la dureza física y la preparación militar por encima de las iniciativas sociales, ambientales o identitarias.
Reacciones:
- Las medidas están alineadas con la agenda del presidente Donald Trump, quien ha promovido públicamente la reducción de políticas DEI (diversidad, equidad e inclusión) y la eliminación de lo que algunos denominan políticas progresistas dentro de la estructura militar.
- Expertos y algunos altos mandos han expresado inquietudes: advierten riesgos en cuanto al reclutamiento, la moral interna, la retención de personal, especialmente de quienes no estén de acuerdo con los nuevos estándares o se sientan marginados.
- Hay preguntas sobre cómo se implementarán legalmente algunos cambios constitucionales, especialmente los que podrían afectar derechos civiles y personales de tropas que hasta ahora han servido bajo otras políticas.
Lo que está en juego
Este giro institucional representa una apuesta por volver hacia valores militares más tradicionales y rígidos, según la visión de los actuales líderes civiles del Pentágono. Las implicaciones son múltiples:
- Podría cambiar la composición demográfica de las fuerzas si menos personas califican bajo los nuevos estándares físicos.
- Cambios en la disciplina interna podrían afectar cómo se maneja el liderazgo a todos los niveles.
- Posible impacto en la relación entre el liderazgo político y los mandos militares, especialmente si surgen discrepancias sobre qué constituye mérito, estándares adecuados, o interpretaciones legales de ciertos derechos.
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Fuentes: