Wilfredo Rafael Rodriguez Hernandez, CC0, via Wikimedia Commons
Este domingo por la mañana, el museo más visitado del mundo fue escenario de un golpe que reaviva los peligros de la seguridad cultural: un grupo de al menos cuatro delincuentes ejecutó un robo de joyas napoleónicas valuadas en patrimonio incalculable dentro del Musée du Louvre, en pleno centro de París.
Cómo ocurrió
El robo se llevó a cabo sobre las 9:30 a. m., apenas media hora después de que el museo abriera sus puertas al público. Los delincuentes, presuntamente maquinados con precisión, emplearon una grúa montada en vehículo o una cesta elevadora para acceder al segundo piso del ala sur que da al río Sena, en la zona de la célebre galería de la Corona (Galerie d’Apollon). Tras forzar la ventana, utilizaron herramientas como un disco cortador para romper vitrinas y hacerse con al menos ocho piezas de joyería real francesas del siglo XIX, entre ellas diademas, collares y pendientes pertenecientes a la emperatriz Eugénie, la reina María-Amalia y otros miembros de la monarquía francesa. Una de las piezas, la corona de la emperatriz Eugénie, fue abandonada en el exterior del museo, rota, lo que sugiere que la huida fue rápida y caótica.
La operación duró entre cuatro y siete minutos, según las autoridades francesas. Los asaltantes huyeron en motos.
Consecuencias inmediatas
Posterior al asalto, el Louvre permaneció cerrado todo el día del domingo y, según se informó, también el lunes, para llevar a cabo la investigación.
Las autoridades francesas, incluyendo la ministra de Cultura Rachida Dati y el ministro del Interior Laurent Nuñez, calificaron el incidente de “ataque a nuestro patrimonio” y anunciaron una revisión nacional de la seguridad en los museos.
Los sindicatos del museo ya habían advertido previamente sobre falta de personal, sistemas de vigilancia deficientes y un plan de modernización largo y poco avanzado, lo que podría haber facilitado el robo.
¿Qué sigue?
La prioridad oficial es recuperar las piezas robadas y detener a los responsables, posiblemente vinculados al crimen organizado internacional. También se ha anunciado un refuerzo inmediato de las medidas de seguridad: más guardias, revisión de accesos, control de elevadores y ventanas que dan al exterior, así como mejoras en cámaras de vigilancia y alarmas.
Para el museo, la incertidumbre es doble: no sólo debe lidiar con el robo, sino también con la imagen de vulnerabilidad ante visitantes y el mundo cultural, justo en el contexto de un ambicioso proyecto de renovación del Louvre que supera los 700 millones de euros.
Este incidente no sólo afectó la colección del famoso museo parisino, sino que ahora abre un debate mayor sobre cómo se protegen los tesoros culturales en una era de turismo masivo, limitaciones de presupuesto y amenazas cada vez más sofisticadas. El robo del 19 de octubre podría marcar un antes y un después en la gestión de los museos de alto perfil.
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