Defensie, CC0, via Wikimedia Commons
En un golpe diplomático de gran envergadura, el presidente Donald Trump anunció que su administración impondrá “aranceles importantes” a las exportaciones colombianas y cesará ayudas económicas a Colombia, acusando al presidente Gustavo Petro de ser un “líder ilegal de drogas” y de permitir que Colombia opere como una “máquina de producción de cocaína”.
Trump afirmó que “hoy, estos pagos o subsidios dejarán de hacerse a Colombia” y que Washington ya no tolerará lo que calificó como “campos de muerte” vinculados al narcotráfico en territorio colombiano. Asimismo, acusó a Petro de tener “una nueva boca para América” y de no combatir eficazmente el tráfico de drogas pese al apoyo estadounidense hacia Colombia.
En paralelo a las declaraciones, el Pentágono anunció un ataque militar en el Caribe contra una embarcación supuestamente vinculada al grupo insurgente colombiano Ejército de Liberación Nacional (ELN), lo que intensificó la controversia. Washington alegó haber destruido una nave “narco-terrorista”.
La reacción de Colombia y lo que respondió Petro
El gobierno colombiano respondió con firmeza: la Cancillería calificó las acusaciones de Trump como “una amenaza directa a la soberanía nacional” y afirmó que el país será firme en defenderse. Por su parte, Gustavo Petro rechazó enfáticamente las imputaciones personales, aseverando que “tratar de promover la paz en Colombia no es ser narcotraficante” y acusando al presidente estadounidense de “grosero e ignorante hacia Colombia”.
Adicionalmente, Colombia decidió llamar a consulta a su embajador en Estados Unidos, como señal de protesta por el deterioro en las relaciones bilaterales. Petro también exigió explicaciones por los ataques de EE.UU. contra embarcaciones que, según él, no tenían vínculos con narcotráfico, como la que supuestamente era “un humilde pescador”.
Esta escalada marca una de las peores crisis diplomáticas entre dos aliados tradicionales: Colombia ha sido durante años una de las principales beneficiarias de ayuda antidrogas de EE.UU., y Trump ahora revoca gran parte de ese apoyo.
Los aranceles anunciados podrían afectar severamente las exportaciones colombianas hacia EE.UU. y perjudicar la economía del país, en especial en sectores agro-exportadores.
En el plano del combate al narcotráfico, la postura de Trump implica un viraje hacia la coerción directa, incluyendo acciones militares y sanciones económicas, lo que genera inquietud sobre la eficacia y legalidad de estas medidas.
Para Colombia, la tensión podría debilitar la cooperación internacional en materia de seguridad, desarrollo alternativo y sostén al posconflicto, justo cuando enfrenta crecientes retos en materia de producción de coca y violencia rural.
¿Qué sigue?
La atención está ahora en cómo se implementarán los aranceles, cuál será la magnitud del recorte de la ayuda estadounidense y si Colombia buscará alianzas alternativas —por ejemplo con la Unión Europea o Asia— para contrarrestar el impacto económico. También queda por verse si habrá un diálogo diplomático para enfriar la crisis o si ambas partes siguen escalando la confrontación.
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