Adiós a Dick Cheney, figura clave del poder en EE.UU.
Dick Cheney, exvicepresidente de Estados Unidos bajo George W. Bush y figura clave del 11-S y la guerra de Irak, falleció a los 84 años.
Gage Skidmore from Peoria, AZ, United States of America, CC BY-SA 2.0, via Wikimedia Commons
El exvicepresidente estadounidense Dick Cheney, una de las figuras más influyentes y controvertidas de la política contemporánea, falleció este lunes a los 84 años, según confirmó su familia en un comunicado difundido por medios nacionales como AP News y The Guardian.
Cheney, quien fue vicepresidente durante los dos mandatos de George W. Bush (2001-2009), se convirtió en un símbolo de la estrategia de seguridad nacional estadounidense tras los ataques del 11 de septiembre de 2001.
De Wyoming a la Casa Blanca: una vida dedicada al poder
Richard “Dick” Cheney nació en Lincoln, Nebraska, en 1941 y creció en Casper, Wyoming. Su carrera política comenzó en los años setenta bajo la administración de Richard Nixon, y más tarde se consolidó como Secretario de Defensa de George H. W. Bush, donde supervisó la Guerra del Golfo en 1991.
Como vicepresidente, Cheney fue conocido por su papel decisivo en la política exterior de Estados Unidos. Su influencia en decisiones clave —como la invasión a Irak en 2003 y la expansión del poder ejecutivo en materia de seguridad— lo convirtieron en una figura central y a la vez polémica dentro del gobierno republicano.
Legado, controversia y salud frágil
Aunque muchos lo consideran un estratega brillante, otros lo ven como el arquitecto de las guerras modernas de Estados Unidos. Cheney defendió públicamente técnicas de interrogatorio reforzadas —consideradas tortura por organismos internacionales— y la vigilancia masiva post-11S.
En los últimos años, enfrentó graves problemas cardíacos, cinco infartos y un trasplante de corazón en 2012, que prolongó su vida más de una década. A pesar de sus problemas de salud, se mantuvo activo en la política republicana y fue crítico del rumbo que tomó el partido bajo Donald Trump.
Su muerte marca el final de una era en la que el poder del vicepresidente alcanzó dimensiones históricas.
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