En un hecho que pasará a los libros de historia, el rey Carlos III y la reina Camila visitaron este jueves el Vaticano para reunirse con el papa Francisco y participar juntos en una oración ecuménica en la Capilla Sixtina, marcando un momento inédito de acercamiento entre la Iglesia Anglicana y la Iglesia Católica tras casi cinco siglos de distanciamiento.
El encuentro, cargado de simbolismo, incluyó una conversación privada de 45 minutos entre el monarca y el pontífice, donde abordaron temas como la paz mundial, la protección del medioambiente y la cooperación interreligiosa. Al finalizar, Carlos III obsequió al Papa una fotografía de plata y un ícono de San Eduardo, mientras que Francisco correspondió con una réplica en mosaico del “Cristo Pantocrátor” de Cefalú.
Cinco siglos después, un puente entre Roma y Londres
La presencia de los reyes británicos en una ceremonia dirigida por el Papa representa un gesto de reconciliación que parecía impensable desde 1534, cuando Enrique VIII rompió con la Iglesia de Roma y fundó la Iglesia de Inglaterra.
Casi quinientos años después, este encuentro no solo tiene un valor religioso, sino también diplomático: refleja una voluntad de unidad, diálogo y cooperación global en un contexto internacional marcado por tensiones y divisiones.
El papa Francisco destacó durante el acto que “la fe debe unir, no separar”, mientras que el rey Carlos III subrayó el papel de la religión como “fuerza de paz en un mundo fragmentado”. Ambos líderes fueron aplaudidos por miembros de ambas iglesias presentes en la Capilla Sixtina, donde el eco de la historia se mezcló con el llamado al entendimiento mutuo.
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