Yves Picq, CC BY-SA 3.0, via Wikimedia Commons
Este domingo 17 de agosto, Bolivia celebra elecciones presidenciales en un momento histórico: por primera vez en casi dos décadas, ni Evo Morales ni el actual presidente Luis Arce aparecen en la papeleta. Ambos se han quedado fuera del proceso: Morales fue inhabilitado por el Tribunal Constitucional, y Arce decidió no postularse.
La ausencia del Movimiento al Socialismo (MAS), además de reflejar profundas divisiones internas y decepción popular, pone fin a un ciclo político que marcó al país desde 2005.
Principales candidatos en la carrera
- Samuel Doria Medina: empresario centroderechista con varias candidaturas previas. Lidera los sondeos junto a Quiroga.
- Jorge “Tuto” Quiroga: expresidente (2001–2002), por la alianza “Libre”. También es puntero en las encuestas.
- Rodrigo Paz: líder centrista del Partido Demócrata Cristiano, con apoyo entre el electorado urbano y joven.
- Manfred Reyes Villa: alcalde de Cochabamba y exmilitar con experiencia política amplia.
- Andrónico Rodríguez: presidente del Senado y expotencial heredero del MAS, ahora independiente. Ha perdido fuerza electoral tras fracture del MAS.
- Eduardo Del Castillo: el candidato oficialista del MAS, exministro de Gobierno, con escasa intención de voto (menos del 2 %).
En total, ocho hombres compiten por la presidencia, aunque originalmente fueron nueve antes de que Eva Copa se retirara de la contienda.
Escenario electoral y clima sociopolítico
Las encuestas apuntan a una segunda vuelta entre Doria Medina y Quiroga, con porcentajes cercanos (24–23 %) y una gran cantidad de votos en blanco, nulos o indecisos que podrían cambiar el rumbo.
La crisis económica golpea duro: Bolivia enfrenta una de las peores recesiones en 40 años, con inflación récord, escasez de combustibles y reservas internacionales a la baja. Inversores internacionales apuestan por un giro hacia la derecha, considerando posible recuperación fiscal y reformas económicas.
Bolivia transita hacia un punto de inflexión. La desaparición del MAS como fuerza dominante y el ascenso de figuras centroderechistas reflejan un entorno político cargado de incertidumbre. La atención está puesta en el proceso democrático, en sus posibles tensiones y en quiénes definirán el futuro del país.
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Fuentes: