El cáncer de próstata, el diagnóstico oncológico más común entre los hombres en Estados Unidos, muestra un crecimiento sostenido en la última década, con un aumento anual de alrededor del 3 % entre 2014 y 2021, según el informe de estadísticas de la American Cancer Society (ACS).
La tendencia es más alarmante en los casos detectados en etapas avanzadas, donde el incremento es del 4,6 % al 4,8 % anual. Con esta información, se rompe una década previa en la que las tasas se redujeron en más de un 6 % anual.
Pacientes como Pablo Guillén, hispano de 87 años radicado en Texas, conocen de primera mano los retos de la enfermedad. A Guillén le diagnosticaron por casualidad el cáncer de próstata hace más de 20 años y, tras múltiples rondas de quimioterapia, radiación e inyecciones trimestrales, insiste en la importancia de la detección temprana: “Esta enfermedad no da ninguna espera, no hay que confiarse”.
Su experiencia llevó a sus dos hijos, Jaime y Luis, a realizarse chequeos regulares. Jaime logró un diagnóstico precoz que permitió un tratamiento menos agresivo, mientras que Luis se somete a revisiones periódicas tras presentar complicaciones.
¿Qué señalan los expertos del cáncer de próstata?
Expertos como el investigador Tyler Kratzer, autor principal del estudio, subrayan que el aumento de casos evidencia la necesidad de optimizar la detección temprana. Según las pautas de la ACS, todos los hombres deberían discutir la prueba de detección con su médico a partir de los 50 años, mientras que los afroamericanos y quienes tengan antecedentes familiares deberían hacerlo desde los 45.
El cáncer de próstata representa hoy el 30 % de los diagnósticos oncológicos masculinos en EE.UU. y es la segunda causa de muerte por cáncer entre los hombres, después del de pulmón. Solo en 2025, la ACS estima 313.780 nuevos casos y 35.770 fallecimientos.
La población hispana enfrenta un riesgo adicional: mayores diagnósticos en etapas avanzadas y menores tasas de supervivencia, debido a desigualdades en el acceso a la atención médica y a la detección preventiva.
“Tal vez no podamos evitar la enfermedad, pero sí podemos evitar que avance”, concluye Guillén, agradecido por los más de 20 años de vida tras su diagnóstico, que le han permitido compartir momentos con hijos y nietos.
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